Two girls in a window Dos chicas en una ventana Dúas mozas nunha fiestra |
TÍTULO: "KATMANDÚ, ANTES DE QUE TEMBLARA"
AUTOR TEXTO Y FOTOS: E.Vázquez Pita
Publicado en La Voz de Galicia, suplemento de "Extra Voz"
Fecha: 3 de mayo del 2015
Link del artículo original: http://www.lavozdegalicia.es/noticia/extravoz/2015/05/03/katmandu-temblara/00031430408094831458130.htm
Si la India es un caótico hormiguero humano, Nepal es Suiza. Hay pobreza y miseria pero sus habitantes lo llevan con serenidad. Los niños son felices jugando con las cometas en los tejados de la capital nepalí, una especie de viaje al pasado en el que uno se adentra en la Edad Media.
Dicen que en un viaje a la India descubres quién eres de verdad. Si luego vas a Nepal, quizás llegues a reconciliarte contigo mismo. Cuento una historia. En la India, con la excusa de que lleva prisa, el turista delata su egoísmo cuando se hace el remolón para apearse de un rickshaw que un fatigado anciano tira cuesta arriba. Sin el peso del gordo pasajero, el pobre viejo subiría más ligero. Apenas tiene fuerzas para ganarse las alubias pero debe seguir dando el callo cada día hasta caer rendido. Indignados, los peatones afean al cliente su gesto rastrero y le hacen sentir como un cruel tirano sin corazón.
Días después, el turista del rickshaw tuvo su oportunidad de redimirse de sus miserias humanas cuando siguió viaje a Nepal. En Katmandú, para su alivio, los ancianos son tan fuertes que se atan una cinta a la cabeza y cargan a su espalda varios sacos de grano, cajas de bazares o incluso tres sofás apilados. Los porteadores tienen un gran prestigio, pues estos sherpas son los mismos que coronan el monte Everest cargados de baúles. En la capital de Nepal hay pobreza pero se lleva con serenidad. El forastero camina cómodo, sin ser asaltado por continuos remordimientos, y devuelve la sonrisa a los niños que juegan alegres.
Una apacible noche de verano, aquel turista sin corazón y cuatro compañeros salieron a cenar por Katmandú a un restaurante con danzarinas. Iban a tomar la última copa en el pub X-Dance pero, en un minuto, se descargó una tormenta y una tromba inundó las calles. Corrieron calados hasta los huesos hacia un taxi pero el turista malo y otra viajera llegaron los últimos. El chófer dijo que solo había sitio para uno y la forastera se quedó fuera en la calle con el agua hasta las rodillas. Por segunda vez, y al igual que en el rickshaw, el turista se hizo el remolón para apearse y fue otro el que se bajó para acompañar a la mujer sola en la riada. Pensativo durante el viaje de vuelta al hotel, el turista se dio cuenta de que la naturaleza es impredecible, pues surgen tormentas o sequías inesperadas, pero la naturaleza humana es difícil que cambie, como él mismo comprobó.
El agobio desaparece
El viajero que sale del hormiguero humano que es la India y llega a Nepal agradece ese remanso de paz, un lugar pastoril perdido en las montañas con gente sonriente y esforzada. Parece una Suiza salpicada de estopas budistas que asoman en los cerros y templos dedicados a deidades hindúes a la orilla de algún afluente del Ganges.
En Katmandú, ese agobio de calles atestadas desaparece, ya no hay olor a especias y hasta el tráfico parece más ordenado, quizás porque la mayoría de las calles son peatonales o hay colas en las gasolineras por las huelgas de transporte. El país parece anclado en la Edad Media pero convive con anuncios de San Miguel en la que dos parejas saborean una cerveza en un chalé con piscina y barbacoa. En otra calle, unos vendedores muestran sus cestas con fruta junto a una expendedora de latas de Coca-Cola. Alrededor, hombres sentados charlan sin hacer nada.
Katmandú deslumbra por sus alegres colores. Destellan los banderines con mandalas de una estopa budista, los saris de unos maniquíes o las cajas con variadas especias. El extranjero que se adentra por sus estrechas calles se siente transportado al pasado, a plena Edad Media, pero sembrada de cables de teléfono. En una esquina, se cruza con un yogui hindú que reza en un templo a su divinidad. En otra, los tenderos intentan colocar distintos cacharros de cobre y otros comercian con velas y dibujos con oraciones.
Por la capital nepalí transitan variados personajes. En un lugar, una mendiga pide limosna para sus bebés, que portan en sus brazos para ablandar el corazón de los forasteros. Nuevamente, el turista sin corazón niega la propina al sospechar que la mujer cuenta una milonga. Pero la mendiga no acepta dinero, solo pide que le compre un tetrabrick de leche a un tendero y una turista belga que oye la conversación corre a comprarle el alimento. Jamás hubiera soportado en su conciencia que ese bebé pasase hambre aunque la historia de la mendiga fuese una trola.
La realidad es que son las mujeres las que mandan en Nepal, entre otras cosas porque, según sus costumbres, pueden casarse con dos, tres o cuatro maridos. Ellas parecen princesas por naturaleza. Hay muchachas de asombrosa belleza, con un aire asiático pero también hindú, cuya sencillez y elegancia impresionan lo mismo. En el X-Dance, una simpática joven que chapurrea inglés deja su e-mail a un turista para cartearse. Si estuviese en París, sería modelo. Pero también lo sería una muchacha que se asoma con curiosidad por la ventana en una remota aldea. Esa sonrisa delicada e inocente desarma al forastero pero sale un familiar de la joven y deja caer que sería bueno dar una ayuda por sacarle fotos. Hay quien acepta.
En las aldeas cercanas a Katmandú, las ancianas portan sobre sus cabezas feixes de arroz por las verdes terrazas y sus paisanos pasean por el pueblo con haces de leña a hombros. Pero en Katmandú está la mayor de las leyendas femeninas. Se trata de la niña-diosa Kumari, elegida para presidir uno de los más céntricos templos de la ciudad. La pequeña mira por la ventana a los turistas tras previo pago de propinas, pero a veces se asoma muy enfadada, no se sabe por qué. Cosas de crías. El día que alcance la pubertad, será apartada y elegirán a otra. ¿Qué pasará con la antigua princesa? Alguien dice que no la dejarán tirada, que le pagarán estudios en Estados Unidos o algo así.
Nepal está a medio camino entre China y la India y dos grandes religiones se funden allí. En el cercano pueblo de Patán, hay un centenario templo en el que, al parecer, adoran a las ratas. Pero ya nada sorprende a quien ha visitado la India, donde veneran miles de dioses, incluido uno que parece un trozo de plastilina naranja y que tiene millones de seguidores, también en Katmandú. En un templo próximo al río, hacen sus cremaciones.
Un buda para jugar
Y como enclave budista, las estopas (o templos en forma de cúpula con ojos de Buda pintados) forman parte del paisaje. La foto retrato del Dalai Lama, exiliado del Tíbet, aparece en los altares para infundir ánimo a los exiliados. En otro templo, en una colina, los monjes estudian sus oraciones en rollos mientras los monos sagrados corretean por el recinto. En las calles, tres niños se aúpan sobre una estatua de Buda para jugar.
En la tierra de los sherpas, visitar el Everest es obligado. Ahora hasta los turistas hacen cumbre pero los que van con prisa pueden sobrevolar en avioneta el pico más alto del mundo. Lo que parecía un viaje de placer sobre las nubes se convierte en una hora inquietante porque la siniestra atmósfera negruzca que envuelve esa cordillera pone los pelos de punta con solo mirarla. Cuesta pensar que la gente se atreva a escalar esos gigantes pétreos.
Pero los nepalíes son duros por naturaleza. Algunas tiendas de Katmandú venden los puñales de los famosos gurka, la élite que servía en el ejército británico. Pero otros turistas llegan atraídos por las mochilas o forros polares de marca que se venden en esa ciudad a precio de ganga porque los montañeros que terminan su expedición devuelven el equipaje, apenas estrenado, para ir ligeros a la vuelta.
Pero quizás la imagen más memorable sea el pasatiempo preferido de los niños nepalíes, que es echar a volar cometas desde las colinas de sus aldeas o los tejados de Katmandú. Muchas escuelas no tienen ni lápices pero las maestras de pueblo saben que las forasteras siempre reparten bolígrafos y libretas.
That was Kathmandu (Nepal) in the memory
TÍTULO: "KATMANDÚ, ANTES DE QUE TEMBLARA"
AUTOR TEXTO Y FOTOS: E.Vázquez Pita
Publicado en La Voz de Galicia, suplemento de "Extra Voz"
Fecha: 3 de mayo del 2015
Si la India es un caótico hormiguero humano, Nepal es Suiza. Hay pobreza y miseria pero sus habitantes lo llevan con serenidad. Los niños son felices jugando con las cometas en los tejados de la capital nepalí, una especie de viaje al pasado en el que uno se adentra en la Edad Media.
Dicen que en un viaje a la India descubres quién eres de verdad. Si luego vas a Nepal, quizás llegues a reconciliarte contigo mismo. Cuento una historia. En la India, con la excusa de que lleva prisa, el turista delata su egoísmo cuando se hace el remolón para apearse de un rickshaw que un fatigado anciano tira cuesta arriba. Sin el peso del gordo pasajero, el pobre viejo subiría más ligero. Apenas tiene fuerzas para ganarse las alubias pero debe seguir dando el callo cada día hasta caer rendido. Indignados, los peatones afean al cliente su gesto rastrero y le hacen sentir como un cruel tirano sin corazón.
Días después, el turista del rickshaw tuvo su oportunidad de redimirse de sus miserias humanas cuando siguió viaje a Nepal. En Katmandú, para su alivio, los ancianos son tan fuertes que se atan una cinta a la cabeza y cargan a su espalda varios sacos de grano, cajas de bazares o incluso tres sofás apilados. Los porteadores tienen un gran prestigio, pues estos sherpas son los mismos que coronan el monte Everest cargados de baúles. En la capital de Nepal hay pobreza pero se lleva con serenidad. El forastero camina cómodo, sin ser asaltado por continuos remordimientos, y devuelve la sonrisa a los niños que juegan alegres.
Una apacible noche de verano, aquel turista sin corazón y cuatro compañeros salieron a cenar por Katmandú a un restaurante con danzarinas. Iban a tomar la última copa en el pub X-Dance pero, en un minuto, se descargó una tormenta y una tromba inundó las calles. Corrieron calados hasta los huesos hacia un taxi pero el turista malo y otra viajera llegaron los últimos. El chófer dijo que solo había sitio para uno y la forastera se quedó fuera en la calle con el agua hasta las rodillas. Por segunda vez, y al igual que en el rickshaw, el turista se hizo el remolón para apearse y fue otro el que se bajó para acompañar a la mujer sola en la riada. Pensativo durante el viaje de vuelta al hotel, el turista se dio cuenta de que la naturaleza es impredecible, pues surgen tormentas o sequías inesperadas, pero la naturaleza humana es difícil que cambie, como él mismo comprobó.
El agobio desaparece
El viajero que sale del hormiguero humano que es la India y llega a Nepal agradece ese remanso de paz, un lugar pastoril perdido en las montañas con gente sonriente y esforzada. Parece una Suiza salpicada de estopas budistas que asoman en los cerros y templos dedicados a deidades hindúes a la orilla de algún afluente del Ganges.
En Katmandú, ese agobio de calles atestadas desaparece, ya no hay olor a especias y hasta el tráfico parece más ordenado, quizás porque la mayoría de las calles son peatonales o hay colas en las gasolineras por las huelgas de transporte. El país parece anclado en la Edad Media pero convive con anuncios de San Miguel en la que dos parejas saborean una cerveza en un chalé con piscina y barbacoa. En otra calle, unos vendedores muestran sus cestas con fruta junto a una expendedora de latas de Coca-Cola. Alrededor, hombres sentados charlan sin hacer nada.
Katmandú deslumbra por sus alegres colores. Destellan los banderines con mandalas de una estopa budista, los saris de unos maniquíes o las cajas con variadas especias. El extranjero que se adentra por sus estrechas calles se siente transportado al pasado, a plena Edad Media, pero sembrada de cables de teléfono. En una esquina, se cruza con un yogui hindú que reza en un templo a su divinidad. En otra, los tenderos intentan colocar distintos cacharros de cobre y otros comercian con velas y dibujos con oraciones.
Por la capital nepalí transitan variados personajes. En un lugar, una mendiga pide limosna para sus bebés, que portan en sus brazos para ablandar el corazón de los forasteros. Nuevamente, el turista sin corazón niega la propina al sospechar que la mujer cuenta una milonga. Pero la mendiga no acepta dinero, solo pide que le compre un tetrabrick de leche a un tendero y una turista belga que oye la conversación corre a comprarle el alimento. Jamás hubiera soportado en su conciencia que ese bebé pasase hambre aunque la historia de la mendiga fuese una trola.
La realidad es que son las mujeres las que mandan en Nepal, entre otras cosas porque, según sus costumbres, pueden casarse con dos, tres o cuatro maridos. Ellas parecen princesas por naturaleza. Hay muchachas de asombrosa belleza, con un aire asiático pero también hindú, cuya sencillez y elegancia impresionan lo mismo. En el X-Dance, una simpática joven que chapurrea inglés deja su e-mail a un turista para cartearse. Si estuviese en París, sería modelo. Pero también lo sería una muchacha que se asoma con curiosidad por la ventana en una remota aldea. Esa sonrisa delicada e inocente desarma al forastero pero sale un familiar de la joven y deja caer que sería bueno dar una ayuda por sacarle fotos. Hay quien acepta.
En las aldeas cercanas a Katmandú, las ancianas portan sobre sus cabezas feixes de arroz por las verdes terrazas y sus paisanos pasean por el pueblo con haces de leña a hombros. Pero en Katmandú está la mayor de las leyendas femeninas. Se trata de la niña-diosa Kumari, elegida para presidir uno de los más céntricos templos de la ciudad. La pequeña mira por la ventana a los turistas tras previo pago de propinas, pero a veces se asoma muy enfadada, no se sabe por qué. Cosas de crías. El día que alcance la pubertad, será apartada y elegirán a otra. ¿Qué pasará con la antigua princesa? Alguien dice que no la dejarán tirada, que le pagarán estudios en Estados Unidos o algo así.
Nepal está a medio camino entre China y la India y dos grandes religiones se funden allí. En el cercano pueblo de Patán, hay un centenario templo en el que, al parecer, adoran a las ratas. Pero ya nada sorprende a quien ha visitado la India, donde veneran miles de dioses, incluido uno que parece un trozo de plastilina naranja y que tiene millones de seguidores, también en Katmandú. En un templo próximo al río, hacen sus cremaciones.
Un buda para jugar
Y como enclave budista, las estopas (o templos en forma de cúpula con ojos de Buda pintados) forman parte del paisaje. La foto retrato del Dalai Lama, exiliado del Tíbet, aparece en los altares para infundir ánimo a los exiliados. En otro templo, en una colina, los monjes estudian sus oraciones en rollos mientras los monos sagrados corretean por el recinto. En las calles, tres niños se aúpan sobre una estatua de Buda para jugar.
En la tierra de los sherpas, visitar el Everest es obligado. Ahora hasta los turistas hacen cumbre pero los que van con prisa pueden sobrevolar en avioneta el pico más alto del mundo. Lo que parecía un viaje de placer sobre las nubes se convierte en una hora inquietante porque la siniestra atmósfera negruzca que envuelve esa cordillera pone los pelos de punta con solo mirarla. Cuesta pensar que la gente se atreva a escalar esos gigantes pétreos.
Pero los nepalíes son duros por naturaleza. Algunas tiendas de Katmandú venden los puñales de los famosos gurka, la élite que servía en el ejército británico. Pero otros turistas llegan atraídos por las mochilas o forros polares de marca que se venden en esa ciudad a precio de ganga porque los montañeros que terminan su expedición devuelven el equipaje, apenas estrenado, para ir ligeros a la vuelta.
Pero quizás la imagen más memorable sea el pasatiempo preferido de los niños nepalíes, que es echar a volar cometas desde las colinas de sus aldeas o los tejados de Katmandú. Muchas escuelas no tienen ni lápices pero las maestras de pueblo saben que las forasteras siempre reparten bolígrafos y libretas.
That was Kathmandu (Nepal) in the memory
by E.V.Pita (2006)
Kathmandu is a beautiful city full of Buddhist temples (the impressive stupas) and Hindu pagodas, with all sorts of characters walking through its bustling streets. Many of its monuments are a World Heritage Site. In April 2015, a devastating earthquake destroyed the city.
Así era Katmandú en el recuerdo
por E.V.Pita (2006)
Katmandú es una bonita ciudad llena de templos budistas (las impresionantes estupas) e pagodas hinduistas, con todo tipo de personajes andando por sus bulliciosas calles. Muchos de sus monumentos son Patrimonio de la Humanidad. En abril del 2015, un devastador terremoto destruyó la ciudad.
Así era Katmandú na lembranza
THE MOUNTAINS
LAS MONTAÑAS
Mountains and rivers in the border of Northern India and Nepal Montañas y ríos en los límites entre el norte de la India y Nepal Montes e ríos entre o norte da India e Nepal |
Mountains and rivers in the border of Northern India and Nepal Montañas y ríos en los límites entre el norte de la India y Nepal Montes e ríos entre o norte da India e Nepal |
Mountains and clouds / Montañas y nubes / Monte e neboeiros |
Mountains covered by clouds Montañas cubiertas por nubes Montes cubertos por neboeiros |
Valley of Khatmandu / Valle de Katmandú / O val de Katmandú |
KHATMANDU
KATMANDÚ
Adds in the downtonw Anuncios publicitarios en el centro de la ciudad Anuncios no centro |
Two stone lions flanking a small yellow door of a temple Dos leones de piedra flanquean una pequeña puerta amarilla de un templo Dous leóns de pedra gardan unha portiña amarela dun templo |
Hindu temple / Templo hindú |
Stone chimes / Campanas de piedra / Campás de pedra |
Budist temple and stupa / Templo budista con estupa / |
The butcher / El carnicero / A carnicería |
Fruit street vendors in the steps of a temple Vendedores de fruta callejeros en las escalinata de un templo Vendedores de froita nas rúas, sentados nos chanzos dun templo |
Temple / Templo |
Doves are perched on the roof of a temple Unas palomas están posadas en el tejado de un templo Unhas pombas están pousadas no faiado dun templo |
Two women worship a Hindu god Dos mujeres veneran a una divinidad hindú Dúas mulleres veneran a unha divinidade hindú |
Shopping street / Calle comercial / Rúa das tendas |
Stupa Khathesimbhu Temple/ Estupa Khathesimbhu Temple |
Door of a temple / Puerta de un templo / Porta dun templo |
Temple, doors and windows Templo, puertas y ventanas Templo, portas e fiestras |
Temple / Templo |
Temple / Templo |
Shopping streets / Calles comerciales / Rúas comerciais |
Shop with brass plates Tienda con platos y jarras de latón Tenda con pratos e xarras de lata |
Kathmandu Durbar Square Plaza Durbar de Kathmandu Praza Durbar |
Hindu master and kid Maestro hindú y niño Mestre hindú e rapaz |
Temple in Khatmandu Durbar Square Templo en la plaza Durbar de Katmandú Templo na praza Durbar de Katmandú |
Mask / Máscaras |
Temple / Templo |
Dozens of doves flying in the courtyard of the temple Decenas de palomas vuelan en el patio del templo Ducias de pombas voan no patio do templo |
Statue / Estatua |
Old wooden beam decorated with religious figures Antigua viga de madera decorada con figuras religiosas Antiga viga de madeira decorada con figuras relixiosas |
Balconies / Balcones / Balcóns |
Doors of a temple Puertas de un templo Portas dun templo |
Womans in a hindu temple Mujeres en un templo hindú Mulleres nun templo hindú |
Entry of a temple / Entrada a un templo / Entrada nun templo |
Men chatting sitting squat in the courtyard of a temple Unos hombres charlan sentados de cuclillas en el patio de un templo Uns homes falan sentados de xeonllos no patio dun templo |
Old shop / Vieja tienda / Vella tenda |
Old woman and statue in Durbar Square Una anciana junto a una estatua en la plaza Durbar Unha señora moi vella onda unha estatua na praza Durbar |
A stone lion guards the temple Un león de piedra guarda el templo Un león de pedra garda o templo |
Rickshaw, banana merchant and umbrellas Carro a pedales, vendedor callejero de plátanos y parasoles Carro a pedais, vendedor da rúa de plátanos e paraugas |
Two girls into the temple Dos chicas dentro del templo Dúas rapazas no templo |
Four women talk sitting on a bench outside the temple Cuatro mujeres hablan sentadas en un banco fuera del templo Catro mulleres falan pousada nun banco fóra do templo |
Two girls talk into the temple Dos chicas hablan dentro del templo Dúas rapazas falan no templo |
Temple of Durbar Square Templo de la plaza Durbar Templo na plaza Durbar |
BOUDHANATH STUPA
TEMPLO - ESTUPA DE BOUDHANATH
Boudhanath Stupa Estupa de Boudhanath |
Two devout women go around in a circle around the stupa Dos devotas mujeres dan círculos alrededor de la estupa Dúas devotas mulleres camiñan en círculo arredor da estupa |
Buddhist monk / Monje budista / Monxe budista |
Buddhist monk / Monje budista / Monxe budista |
Mandala Shop / Tienda de mandalas / Tenda de mandalas |
Boudhanath Stupa ( Buddha eyes painted on the wall) Estupa de Boudhanath (Los ojos de Buda pintados en la pared) Estupa de Boudhanath (Os ollos de Buda pintados na parede) |
Author: E.V.Pita (2006)
Autor: E.V.Pita (2006)